viernes, 30 de julio de 2010

El alma inmaculada del poeta/desistimiento de la originalidad

El alma inmaculada del poeta
Hay un lugar común que pone al alma del poeta lejos de las contaminaciones mundanas. Así, mantenida a distancia, se preserva, se mejora, es (crea) Y es por eso que al conducirse entre la gente el poeta luce a veces ingenuo, frágil.
No estoy tan seguro. Quizás en medio de los desechos pueda el poeta ser más puro. Aun es posible que necesite estar ahí y mancharse de vez en cuando, como una flor que nace en un basural y que, si queremos transplantarla a una maceta, la matamos sin remedio.

Desistimiento de la originalidad
La originalidad es un valor traicionero. “Quise ser original” dicen varios epitafios artísticos. Por mi parte desisto, no de la originalidad, pero sí de su búsqueda. Tal vez sea mejor ser un modesto escritor que recuerda a páginas ya escritas, a ser un revolucionario que escribe religiosamente con “b” lo que va con “v”, o el Hombre De Las Tres Cabezas, tan original como monstruoso.

jueves, 29 de julio de 2010

Una Vivencia de El Hurgador de Libros

Que los personajes tienen vida propia lo sabe todo el mundo. Es hermoso verlos por allí, sobre todo si "allí" es Buenos Aires, más precisamente el Café de los Angelitos, y el personaje es El Hurgador de Libros. Y si se pasean las almas sensibles de Bernardo Koremblit, Nicolás Olivari, Isidoro Blaisten y Roberto Valenti mientras El Hurgador busca la del Dr. Falcioni, uno toca el cielo con las manos.
Eso es lo que imaginó nuestro amigo Miguel Angel Bruno en su blog "Vivencias" en tres brevísimas entradas que no tienen desperdicio y recomiendo que vean aquí, aquí y aquí.



martes, 27 de julio de 2010

Menárdez

¿Para cuándo el amor?

Ese de la calle Honduras

El que vence al olvido

Y deja el alma

al revés

//

¡Pobre poeta sin amor!

Tal vez cruzando aquella esquina

Se rinda frente a ti

la suerte esquiva

por una vez

María García Esperón ha vinculado esta poesía con un antiguo texto de Menárdez, sin mi autorización. Y por supuesto que acertó.

¡Gracias María! Por esa lectura y por estas imágenes, que permiten que Menárdez venza al olvido...¡por una vez!

sábado, 24 de julio de 2010

El Hurgador de Libros ataca de nuevo. Hoy presentamos: buscando a la familia del Dr. Falcioni

El Hurgador de Libros cree fervientemente en la justicia poética, aunque no siempre obtenga buenos resultados. Igual lo seguirá intentando porque Cristina, una amiga de la casa, le regaló –directamente de la librería de viejo más importante de La Plata- la obra de Bernardo Ezequiel Koremblit intitulada “NICOLAS OLIVARI, POETA UNICAULE”

Se disponía El Hurgador a leerlo, pero tropezó con una dedicatoria

"Para Rodolfo Falcioni, quien, por su gimnasia intelectual, leerá sin anestesia este libro un tanto paroxismal pero legítimo en su intención literaturaterápica. Con el saludo y la amistad de........ Mayo de 1.963" (la firma es ininteligible)


Leerla, llamarle mucho la atención por el estilo de la dedicatoria y empezar a guglear al dedicatario fue una sola cosa. El blog “La Plata en cuerpo y alma” desasnó al Hurgador:

Rodolfo Falcioni
(Extracto de una nota publicada en el diario El Día el 28/11/1979).

Nació en La Plata el 24 de junio de 1916.
Se inició en las letras al obtener en 1934 el primer premio en un concurso literario para estudiantes de todos los colegios secundarios de la Provincia de Buenos Aires.
En 1948 recibió mención honorífica fuera de concurso en el certamen para autores nacionales organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, con "Las órbitas vacías" (cuentos), publicado el mismo año por "El Ateneo".
En 1951 le conceden el primer premio en el concurso para autores noveles, premio edición, organizado por el Ministerio de Educación de la provincia, con "Las Máscaras" (cuentos), publicado en 1952.
En 1953 obtiene el primer premio provincial en el certamen organizado por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata con "La casa sitiada" (pieza teatral en tres actos).
Ese mismo año, su novela "La puerta del infierno" es adquirida por una productora de Buenos Aires para realizar un film.
En 1957, su pieza teatral en tres actos "A través del espejo" es galardonada con el primer premio nacional "Gregorio de Laferrere".
En 1958 obtiene el primer premio provincial de Buenos Aires por la novela "El hombre olvidado", ambientada en la epopeya llevada a cabo por nuestro Ejército en 1879, publicada por Hachete, cuyos derechos fueron adquiridos por una productora cinematográfica.
La misma obra obtuvo el segundo premio nacional para el trienio 1957-1959.
En 1962 la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires le acordó su gran premio de honor a su obra total.
En 1964 recibió el primer premio de teatro de la Subsecretaría de Cultura por su comedia "Beatriz se rebela", estrenada por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires.
Ese mismo año, la Sociedad de Escritores provincial le concedió el premio Almafuerte.
Falleció en La Plata el 27 de noviembre de 1979.

El Hurgador intuía que el dedicado era un profesional del arte de curar, lo que nunca imaginó es que además fuera un importante escritor platense. Acaba de escribirle al propietario del blog en cuestión, preguntándole si conoce a algún heredero del Dr. Falcioni y proceder al reintegro del volumen, sin importarle los avatares del destino que lo alejaron de la familia. El libro les pertenece en cualquier caso porque los recuerdos no tienen precio, y además es posible que quien lo dedicó sea del conocimiento de la familia.

Desea El Hurgador lograr su cometido esta vez, ya que quiere tomarse revancha por la frustrada entrega de “Rayuela”. Y además, porque –como dijimos- cree fervientemente en la justicia poética: un libro obsequiado a alguien que escribió "El hombre olvidado" no puede ser arrastrado, como decía Borges, por los glaciares del olvido.

Agradecemos desde ya la colaboración de Cristina (a quien le hemos pedido el perdón y la autorización pertinentes) y la de cualquier persona que pueda acercar un dato de utilidad para “la causa”. ¡Los mantendremos informados!



Daniel Aníbal Galatro, el creador del blog "La Plata en cuerpo y alma" ya le contestó al Hurgador. Para ver la respuesta, hay que hacer click aquí

miércoles, 21 de julio de 2010

Manual de pequeñas estafas, engaños y chascarrillos

"No hay crímenes pequeños" Dijo el ex alcalde Giuliani, y empezó a limpiar Nueva York a palazos. La verdad es que puede que tenga razón, pero...¿Qué sería del ser humano sin las pequeñas infracciones? Por ejemplo, pensemos en ese oficinista que fuma marihuana. No quiere drogarse, sólo busca elevar un poco su autoestima, porque fumando frente al espejo no ve al tipo de saco y corbata que es sino a un peligroso consumidor de hachís. Luego del porrito regresa a su escritorio y trabaja felizmente otras 32 horas.
O aquella señora que intenta evitar la fila del banco, pidiéndole prestado el hijo de un año a su hermana para que le cedan el lugar y así volver más rápido a mirar TV a su casa.
La psicología humana es insondable y no la vamos a descubir aquí. Tampoco la juzgaremos. Los que integramos La Menor Idea tenemos una visión estética de la vida, no moral. Y dentro de nuestro código consideramos detestable que hoy, en pleno siglo XXI, haya personas que para vivir la vida "intensamente" hagan los mismos trucos que nuestros abuelos, tratando de pasar el billete falso que recibieron esta mañana en el bar comprándole flores a la abuelita del puesto de la esquina. O los caballeros que le ponen un calco que dice "MEDICO" a su vehículo para estacionar en cualquier lado, y no pasaron el cuarto grado de la escuela.


Por eso le presentaremos pequeños trucos novedosos, que no solamente hemos patentado sino también probado en el mismísimo terreno de la ciudad de Buenos Aires, para que lleguen a la mesa del consumidor debidamente probados y con garantía ISO 10.000. No necesariamente tienen fines de lucro, muchas veces también es para resaltar la parte lúdica que tenemos todos, el niño que llevamos dentro, que suele estar al lado del enano fascista que también tenemos dentro y arriba de nuestra parte femenina (los hombres) o masculina (las mujeres) ¿Han pensado todas las personas que viven dentro nuestro? Ni que fuéramos Linda Blair. Me pregunto dónde terminará ubicado nuestro hígado con semejante superpoblación....


LA IMPORTANCIA DEL MOVIL: En todos los casos es imprescindible llevar un teléfono celular. Siempre genera duda o produce distracción. Si es costoso o llamativo, mejor. Veamos las tres rutinas que preparamos para Ud.


1) En el restaurant, "el enojado"
En 1.930 más o menos se estilaba que fueran cuatro muchachones a comer, se sentaran en la mesa más próxima a la puerta y previo sorteo se fueran retirando de a uno, a paso nervioso, con la finalidad de no pagar la adición. El último literalmente salía como si estuviera corriendo el Derby de Inglaterra. Los mozos, conocedores del truco, ni bien entraba un cuarteto que enfilaba a la mesa de la puerta alegaba que estaba reservada y los destinaba otra, ubicada al lado del cocinero. Como además no tenían un peso, terminaban presos, lavando platos o con un ojo en compota.
Truco LMI: Lo que le ofrece La Menor Idea, querido lector, es algo diferente. En primer lugar debe ir con su pareja, en lo posible los dos de punta en blanco. Es mejor que su acompañante no esté al tanto de lo que va a suceder, así disfruta plenamente de la cena y no despierta sospechas. Ya pasó la entrada, el plato principal, el postre. Tomaron un buen vino y pidió la cuenta. El mozo se la trae en ese librito de cuero que no permite ver nada de lo que hay adentro. Son $320. Ud. saca cuatro billetes de cien pesos tomando mucho cuidado de que el mozo lo vea desde lejos. Ya se acerca el garçon a retirar el dinero y suena su teléfono. Ud. se enfrasca en una conversación difícil. Incluso puede subir el tono de voz. El mozo intenta retirar el libro con el dinero pero Ud., enojado y distraído por causa de la charla apoya una mano encima de la cuenta y no lo deja llevársela. El mozo espera que termine la conversación, pero la conversación no termina. Entonces lo llaman y va a la cocina a buscar otro pedido. El garçon se queda tranquilo porque vio los cuatro billetes de cien adentro de la adición. Ud. se levanta, pasa por su lado, le avisa que el dinero quedó adentro, que el vuelto es de propina, lo saluda y se va. Con el dinero en el bolsillo, claro. Por las dudas, cuando haya ganado la calle, corra o tome un taxi. A su pareja le dice que hay que huír porque acaban de entrar asaltantes al restaurant. No se quede mirando vidrieras en la misma cuadra porque puede ser peligroso. Y tampoco repita el truco en el mismo restaurant. Plazo de utilidad del truco hasta que lo descubran los propietarios de restaurantes: un mes.


2) Para orinar en la calle "el workaholic"
Ud. viene por la calle y no puede entrar a ningún lado solicitando un excusado, por el motivo que sea. O tal vez, está un poco alcoholizado y quiere recordar su época de adolescente. Entonces decide orinar en la vía pública. Pero si lo hace de la manera tradicional, probablemente lo lleven preso.
Truco LMI: se coloca entre dos autos, sobre la vereda (acera) como si estuviera a punto de pasar entre ellos. Con la mano derecha toma su teléfono y empieza hablar a los gritos. Con la mano izquierda toma su miembro y procede a realizar la micción. Pueden surgir dudas sobre qué tomar con cada mano según se trate de un diestro o un zurdo, o según la escala de valores de cada uno. Las estadísticas de LMI señalan que la gente tiende a tomar con su mano hábil el bien más valioso de los dos, y en general es el teléfono de última generación. Como Ud. habla a los gritos la gente lo mirará a la cara, no hacia abajo (tampoco había la gran cosa para ver allí) pero si a pesar de todo alguien ve lo que está haciendo y lo reconviene, siempre queda la alternativa de alegar stress laboral y que están a punto de echarlo. No faltará quien se ofrezca de "campana" para que ud. termine la operación con total tranquilidad. Plazo de utilidad del truco: indefinido. ¡Atención! No está suficientemente probado para mujeres. Zona de riesgo: que aparezca el dueño de uno de los dos vehículos en plena operación.


3) Un famoso en el hospital
Ud. vive cerca de un exclusivo Centro de Salud en el que se atienden políticos, actores y deportistas. Casi todas las semanas se apostan decenas de periodistas y cámaras de televisión y Ud., cansado, debe pedir permiso para abrirse paso y así llegar a su hogar. Todo eso lo tolera. Lo que no tolera es el curioso que se acerca y le pregunta a Ud. quien está internado. Ud. no sólo que no tiene la menor idea de quién se trata sino que además no le interesa saberlo. Pero aproveche y disfrute. No le diga que no lo sabe. Nómbrele a cualquier famoso que se le ocurra. Por ejemplo le dice "internaron a Maradona" Puede hacer dudar incluso a los periodistas que están allí de guardia. Y si quiere subir la apuesta, puede mencionarle a alguien que haya muerto hace poco o que sea imposible que esté en la ciudad. Es ideal para estos casos decir que está internado Luis Miguel, complicado por una fiesta sexual que se hizo en medio de una lipoaspiración, adonde no faltaron barbitúricos mezclados con alcohol y bifes de chorizo. Inmediatamente "responde" su celular y se retira de la escena. Alguien no sólo que lo creerá, sino que además lo agrandará y repetirá


Querido lector: si su vida es un desastre y está completamente abatido, haga lo que tenga que hacer que no lo detendremos. Pero si está buscando pequeñas emociones, esas que le hagan sentir que Ud. no es quien es sino quien quiso ser, estos pequeños trucos pueden alegrar el gris de sus días. Eso sí, no lo haga en Nueva York. Porque viene Giuliani y lo muele a palos...







AVISO LEGAL La Menor Idea no comparte nada de lo que aquí se ha dicho por incurrir algunas de las conductas en tipos previstos por los códigos penal y contravencional (Se trata simplemente de una jodita)

domingo, 18 de julio de 2010

Ella, su padre, su novio

Ella está en el vértice
de la mesa del restaurant
repartiendo atenciones a los dos
El padre, culposo, está inquieto
Sin saber cual es su lugar
¿autoridad o invitado?
El novio tampoco sabe bien
Es nuevo, se siente vulnerable
No los conoce todavía

No puedo decirles en qué pensará ella
Sólo puedo contarles lo que ví
Ella sonríe
Me da la sensación
de que es la única
Que sabe lo que pasa.

viernes, 16 de julio de 2010

Un sueño verdadero y otro falso

Sueño recurrentemente con partidos de fútbol. Cuando son pesadillas no consigo conectar la pelota, las piernas no me responden, todo ocurre en cámara lenta. Y si son placenteros, las jugadas son perfectas y convierto goles maravillosos.
El de anoche fue un sueño en tiempo real. La jugada era ideal: quedo solo frente al arco, pateo y es un golazo. Dentro del sueño me doy cuenta que estoy soñando y que el sueño es de los buenos, y que todo ocurre como a mí me gustaría. Ya me despido, feliz. Estoy saliendo del sueño. Y de golpe, la desazón. El arquero del equipo contrario es mi padre.

En una isla abandonada están Borges, Cortázar y Mujica Lainez. No hay libros. Es una especie de Lost, allí ocurren cosas extrañas. Los tres reciben cada día un cuento mío, único alimento para sus almas. Semejantes monstruos solamente tienen contacto con la letra escrita mediante lo que a mí pueda ocurrírseme. Es mi paraíso, pero bien sé que para ellos es el infierno.



miércoles, 14 de julio de 2010

De las cucarachas boca arriba: recurso literario y cosmovisión

Dimos cuenta hace un tiempo del riesgo que conlleva escribir sobre cucarachas: recibir el mote de kafkianos, y lo que es peor, en sentido negativo, es decir que no sea kafkiana la literatura de quienes las abordamos como tema sino nuestra mente (claramente enferma para el calificador) Redondamente lo que nos quieren decir en tal caso es que estamos locos, o bien somos drogones que recuerdan a Poe por la simple utilización de un gato negro en un relato de morondanga. Y eso que el Sr. K. nunca dice cucaracha…Empero, haciendo caso omiso a tan injustas calificaciones (porque cualquier mortal está a un trillón de cucarachas de distancia de don Franz, sea en su literatura, sea en su mente) como me resultan simpáticas acometí una historia sobre el encuentro de un tipo con una Cucaracha Agonizante, quien debe su apelativo justamente al desgraciado episodio de haber quedado boca arriba involuntariamente.

Esto merece una pequeña digresión: ¡cruel destino que se vale de un ventarrón, una artera patada o de una contextura física negativa para dar vuelta contra su voluntad a un inocente animalito de Dios! Creo que es un hecho comprobado que el mayor peso de este insecto se encuentra arriba, por causa de su caparazón. Quien tenga alguna duda respecto de este aserto, con el sencillo expediente de rebanar una cucaracha por mitades se la saca (la duda)
Deberá el incrédulo cortar al ex coleóptero en forma horizontal (visto en su posición tradicional) para lo cual es mejor utilizar uno muerto. Esto le evitará la queja de las sociedades protectoras de animales (¿tendrán una “Subdvisión Insectos”?) También le ahorrará una fuga cucarachil. Una solución intermedia es arrancarle las patitas antes de proceder a la incisión, pero no lo aconsejo por la crueldad que implica. Luego simplemente deberá pesar ambas mitades. Una balanza de alta precisión demostrará sin atisbos de duda que la parte superior es más pesada que la inferior.
Me puse a reflexionar sobre las ventajas y desventajas de tener el caparazón del lado de arriba, ya que si bien defiende a la cucaracha de posibles agresiones la convierte en una pluma de bádmiton, cayendo casi siempre de la misma forma: boca arriba.
Se me dirá que si el pesado caparazón estuviera debajo, de nada la defendería. Es verdad, pero lo cierto es que así moriría siempre de pie, como el árbol de la obra de Casona (1) O al menos en la posición para la que fue concebida.


Volviendo a las cucarachas como recurso literario, boca arriba o boca abajo, me alegró no estar solo frente al descomunal insecto kafkiano. Y así fue que me encontré con Gombrowicz, quien en su “Diario Argentino” nos cuenta lo siguiente:

Me ocurrió ayer… Debo decir que nada puede igualarse, en ciertos aspectos, en cierto modo, con el horror del dilema que viví… Me encontré en la situación en que lo humano que hay en uno debe vomitar… Podría decirlo. Puedo atormentarme o no con esto, en realidad sólo depende de mí.

Estaba acostado bajo el sol, estratégicamente situado en la cordillera que forma la arena acumulada por el viento en el extremo de la playa. Son unas montañas de arena, dunas, ricas en colinas, vertientes, valles, un laberinto curvilíneo y polvoriento, en algunas partes coronado por un arbusto que vibra bajo el inesante empuje del viento. A mí me protegía una Jungfrau bastante alta, notablemente cúbica, altiva, pero a unos diez centímetros de mi nariz empezaba el ventarrón que azotaba sin tregua un Sahara quemado por el sol. Unos escarabajos – no sé cómo llamarlos – erraban penosamente por ese desierto, con fines ignorados. Y uno de ellos, al alcance de mi mano, yacía patas para arriba. Lo había volteado el viento. El sol le quemaba el vientre, lo que tenía que ser particularmente desagradable si se toma en consideración que ese vientre suele permanecer moviendo las patitas, y sabía que no le quedaba sino ese monótono y desesperado movimiento de las patas… ya desfallecía, quizás llevaba así muchas horas, ya agonizaba.
Yo, gigante inaccesible para él, con una inmensidad que me hacía ausente para él, miraba ese movimiento… alargué la mano y lo libré del suplicio. Se puso a caminar hacia delante. En un segundo había vuelto a la vida.
Apenas lo había hecho, cuando vi un poco más allá a otro escarabajo idéntico al anterior, en idéntica situación. Movía las patitas. Y el sol le quemaba el vientre. No tenía ninguna gana de levantarme… Pero, ¿por qué salvar a uno y al otro no? ¿Por qué a aquél, mientras que a éste…? Hiciste a uno feliz, ¿pero tiene que sufrir el otro? Tomé una ramita, alargué la mano…lo salvé.
Acababa de hacerlo cuando ví un poco más allá a otro escarabajo idéntico, en posición idéntica. Movía las patitas y el sol le quemaba el vientre.
¿Debía transformar mi siesta en un servicio de socorros de emergencia para escarabajos agonizantes? Pero ya me había familiarizado demasiado con ellos, con su ridículamente indefenso movimiento de patitas… y comprenderán quizá que si ya había empezado a salvarlos no tenía derecho a detenerme precisamente en el umbral de su derrota… demasiado cruel y en cierta forma imposible, imposible de cometer…¡Bah! Si entre aquél y los que había salvado existiera alguna frontera, algo que me autorizara a desistir… pero no había nada, solamente diez centímetros de arena más, siempre el mismo espacio arenoso, "un poco más lejos" es verdad, pero solamente "un poco". Y movía las patitas de la misma manera. Sin embargo, después de mirar a mi alrededor ví "un poco" más lejos a cuatro escarabajos moviendo las patitas, abrazados por el sol… no había remedio, me levanté y los salvé a todos. Se fueron.Entonces apareció ante mis ojos la vertiente deslumbradora-calcinante-arenosa de la loma vecina y en ella cinco o seis puntitos que movían las patas: escarabajos…
Obvio es señalar que el infierno que vivió don Witoldo muy lejos está de la nimiedad que resulta levantar solitarias cucarachas o primos carnales de éstas: los escarabajos. El polaco es récordman. ¡enderezó cientos de insectos en medio de un sol abrasador por el dilema moral en que se vio metido!




También Cortázar se refiere a ellas en su cuento “Tía en dificultades”. Allí relata la historia de esta parienta que teme caerse de espaldas. Nunca entendieron este curioso miedo hasta que…”mi hermano el mayor me llamó por la noche a la cocina y me mostró una cucaracha caída de espaldas debajo de la pileta. Sin decirnos nada asistimos a su vana y larga lucha por enderezarse, mientras otras cucarachas, venciendo la intimidación de la luz, circulaban por el piso y pasaban rozando a la que yacía en posición decúbito dorsal. Nos fuimos a la cama con una marcada melancolía, y por una razón u otra nadie volvió a interrogar a tía; nos limitamos a aliviar en lo posible su miedo”
¡Señoras y señores! o mejor dicho señor y señora (2) Gracias a las cucarachas me veo subido a un mismo bote no sólo con Kafka sino también con Gombrowicz y Cortázar, lo cual no es poca cosa para un obrero de las letras como yo (3)

Y eso me permite asegurar, sin temor a la grandilocuencia, que el mundo está dividido entre dos clases de personas: las que son sensibles a la bocarribez de una cucaracha, y las que no. No tengo ninguna duda de cual de estos dos bandos en pugna será recibido en el paraíso. Deseo que tú, querido lector, estés del lado correcto.


(1) Obra de teatro que no vi ni leí, porque siempre me pareció una tortura insoportable para cualquier ser vivo no poder desplomarse, exangüe, en el momento de la postrera exhalación. Dicha sensación no me abandona ni ante la utilización poética de la figura.
(2) Sospecho que a esta altura del extenso relato, en el mejor de los casos me quedan uno o dos abnegados lectores, posiblemente entomólogos y poetas. Podremos comprobar este aserto no rebanando una cucaracha, sino de modo más sencillo: el valiente lector que haya llegado al final de la entrada y desee comentarla deberá empezar diciendo “¡Marcelo! ¿estás triste? Arriba ese ánimo. ¡Tu historia me recuerda claramente a Kafka!" (y luego seguir con su concienzuda reflexión) No tengo ninguna duda que el número de comentarios se acercará peligrosamente a cero, con o sin esta introducción. No importa. El éxito y el fracaso son dos impostores que no me preocupan (en cambio el dinero, sí)
(3) Seguramente la metáfora aterrizó aquí en forma inconsciente, por causa de otro clásico animalito: la abeja.

viernes, 9 de julio de 2010

Pensamiento premonitorio de Bioy para blogueros que gustan de escribir historias tristes y se fastidian cuando les preguntan si están depresivos

“Los lectores, sobre todo los psicoanalistas o psicoanalizados, ven el final triste de una historia como un claro indicio de una depresión, siquiera pasajera, del autor. No saben que los autores son desprejuiciados buscadores de finales eficaces. Cuántas veces con carcajadas celebramos el descubrimiento de la posibilidad de un final o de un episodio triste, o melodramático o terrorífico. Queremos conmover al lector y poco nos importa que sea con un toque de tristeza: tiene que ser un toque eficaz y adecuado. Aquí el psicoanalista se entusiasma y me replicará: por algo recaen algunos en historias tristes. Sí, hay algo que puede vincularse a la concepción poética y no siempre a los estados de ánimo. Hay histrionismo en la literatura. Además: hay que ser muy hábil para describir la dicha y no parecer bobo. El autor se expone menos si maneja desgracias que si maneja felicidades y triunfos. La tristeza, aun imperfectamente expresada, conmueve”

Adolfo Bioy Casares, Descanso de Caminantes (diarios íntimos)

Transcripto esto, procedo con impune alegría:


La paradoja del hombre que tenía todo para ser feliz
El tipo lo tenía todo para ser feliz. Y al decir todo, me abstengo de formular enumeraciones infinitas. Sin embargo, o a causa de ello, no era feliz.
No era feliz pero sí consecuente, de manera que pensó en terminar el asunto con un democrático suicidio. La idea del próximo final le dio felicidad. Y esa repentina felicidad le hizo sentir que el suicidio dejaba de ser una alternativa posible, que la vida valía la pena. Entonces pensó en las razones que tenía para ser feliz. Y se puso triste. Porque el tipo lo tenía todo para ser feliz. Y al decir todo, me abstengo de formular enumeraciones infinitas. Se puso triste y pensó en suicidarse. La idea del próximo final le dio felicidad. Entonces….



miércoles, 7 de julio de 2010

Ellos son una familia rara

Me gusta Palermo. No nací en ese barrio pero sí lo hice mío buscando señales de Borges por la calle Serrano, de Carriego por Honduras, de Macedonio Fernández por la avenida Las Heras. Sin embargo esta vez me sorprendió una familia diferente que vive en la calle Humboldt y que es de la época en la que a esa parte del barrio se le decía Pacífico, no Palermo Hollywood. Claro, en ese entonces las estaciones de ferrocarril, un puente o una plaza le ponían el nombre a cada pedazo de Buenos Aires. A principios del siglo pasado Palermo terminaba en el arroyo Maldonado. Pero unas décadas más tarde, con la avenida Juan B. Justo transformando al riacho en un túnel subterráneo, el barrio creció para el lado de Humboldt, por ejemplo.
Esta familia no tiene nada que ver con Borges, ni con Carriego ni con Macedonio, pero es muy especial. O rara, como dicen de ella sus integrantes. Gusta por ejemplo de hacer cosas comunes por el puro placer de hacerlas. Para eso se emplean los treinta y dos miembros del clan contados el padre, la madre, los tíos y los primos carnales o lejanos, según el punto de vista de cada pariente. La familia es inolvidable, porque eso de construír en el jardín de la casa un patíbulo común y silvestre, sólo por divertirse y sin la idea de emplearlo para su finalidad original (al menos eso le prometieron al comisario) no debe ser fácil de borrar de la memoria de los vecinos.
También les gusta hacer un estudio de los velorios del barrio, y al encontrar uno donde los deudos no lloran con suficiente ahínco, allí van los treinta y dos (por separado y sin hablarse entre sí) Es importante no haber sido muy cercanos al muerto y llorar más que ninguno de los presentes, sólo para divertirse. O hacer posatigres con tigres de verdad.
Pero también han tenido ocupaciones normales, como aquel trabajo en el correo del barrio que les consiguió un pariente lejano que llegó a ministro. El asunto fue que el trabajo era normal pero ellos no, y recibían a los clientes con grapa y empanadas, emplumaban las encomiendas y a los que se presentaban en la ventanilla de franqueo les regalaban globos.
Me pregunto cómo no advertí antes a esta familia. Yo creo que la culpa la tienen unos vecinos que son más famosos que ella. Porque el vivir medianera de por medio con Historias de Cronopios y de Famas, y que al otro lado de la casa se den Instrucciones para subir una escalera, ha logrado que muchos no notáramos suficientemente la belleza de esta familia, quiero decir la rareza.
Me hubiera gustado decirle al que planificó el barrio que esta familia merecía tener toda la calle Humboldt a su disposición, por si se les ocurría hacer un patíbulo monumental o concurrir a velorios más alejados.
Por mi parte, cada vez que vuelvo al barrio llevo una encomienda debajo del brazo, con la secreta esperanza de que unos alegres empleados de correo procedan a embadurnarla con alquitrán y a pegarle plumas de cisne, sólo porque así les parece más bonita.


Escrito sobre "Ocupaciones raras" cuentos y viñetas que integran "Historias de cronopios y de famas" de Julio Cortázar con los siguientes textos:


"Simulacros"
"Correos y telecomunicaciones"
"Los posatigres"
"Conducta en los velorios"



sábado, 3 de julio de 2010

El tiempo recobrado (una tarde con Proust y Sebreli)

Esta tarde, después de la hecatombe de Ciudad del Cabo, fue un regalo del cielo encontrarme con un grupo de personas sensibles que se reúnen para hablar de Proust. Además tenían un invitado de lujo: Juan José Sebreli. A mí me llevó una amiga y así pude entrar a la erudita secta: en total seríamos siete u ocho personas. Fue una maravilla sumergirse en el mundo de Guermantes con té y madalenas en la mesa. En realidad muchos tomamos café, pero todo encajaba con Proust. El francés, un escritor exquisito que leí alguna vez y me dieron ganas de retomar, sumado a la posibilidad de escuchar a un pensador excepcional, que si con eso no bastara conoció personalmente a Simone de Beauvoir, a Victoria Ocampo, ¡a Borges! entre otros, y que tiene una visión negativa de cualquiera de los intocables argentinos (El Che, Gardel, Maradona) Además dispuesto a conversar antes que a dar cátedra, compartiendo junto a un grupo tan conocedor de la obra proustiana como sencillo y amable.
Era un regalo inmenso para cualquier día del año y para este sábado a priori tristón, inigualable.
En tres horas de charla que resultaron escasas paseamos por Francia, a través de Víctor Hugo, Céline, el Capitán Dreyfus; por la paradoja proustiana del homosexual judío que escribía sobre una élite que no podría aceptarlo; de la diferencia entre la aristocracia europea y los personajes que quieren ingresar a ella con la argentina, que se autofabricó súbitamente al repartirse la tierra entre pocos como único blasón para exhibir. Leímos y hablamos de diversos personajes de En busca del tiempo perdido, cuyos tomos presidían el centro de la mesa.
¿Quién podría ser nuestro Proust, Sebreli? José Bianco o Mujica Lainez, dijo sin dudar. Bianco estuvo cerca en "La pérdida del reino" y Mujica se enredó con Bomarzo para ser aceptado en Europa. Manucho tuvo al alcance de la mano escribir la gran novela argentina sobre la alta sociedad porque tenía el talento y la conocía como nadie, y sin embargo la dejó escapar escribiendo una historia renacentista. Hubo tiempo para hablar de la decadencia argentina, le pregunté por la selección sabiendo que para él el fútbol es sólo negocio y hasta nos dio razones futbolísticas para entender el fracaso. Hablamos de su barrio de Constitución, que fue partido en dos por una autopista como le sucedió al Bronx neoyorquino y nada recuerda al de su niñez. Le pregunté por Victoria Ocampo, por Borges, por Rayuela, por Gombrowicz. Con la Ocampo trabajó en Sur. Decía que él no podría entender que Proust erraba en los enfoques, que otros como Vita Sackville-West podían escribir mejor sobre la alta sociedad porque pertenecían a ella. Pero Sebreli no le hizo caso y siguió disfrutando a Proust. Tuvo razón, poco se recuerda a la Sackville y a Proust se le reconoce y admira incluso en la aristocracia, pese a sus pecados de origen.
Contó que Borges era un personaje de círculos literarios reducidos hasta que fue traducido al francés, que una vez asistió a una conferencia que dio el autor de El Aleph junto a Susan Sontag en la Feria del Libro a la que asistieron solamente…siete personas!
Dijo también que Rayuela no le parece una gran novela, y que de Cortázar prefiere los cuentos. Nos alertó sobre Roberto Arlt, a su criterio y junto con Borges los mejores escritores argentinos, aunque aquel fuera desprolijo y se distrajera en el medio de las tramas.
Considera a Lucio Mansilla como el personaje argentino que más podría encajar en el mundo proustiano, y que lo mejor de Gombrowicz es su Diario Argentino, que es justamente lo que estoy leyendo ahora.
Flâneur por excelencia, compartimos una pequeña caminata por la avenida Pueyrredón mientras charlamos de la antigua calle Viamonte, un para mí sorpresivo faro cultural que comenzaba en la sede de la revista Sur (la casa de Victoria Ocampo) y continuaba por los bares que la rodeaban.
En síntesis, un milagro conocer a este grupo de lectores sensibles y atentos en una tarde especial, convocada por el fantasma de Proust y la presencia de Sebreli. Tanto hablar de Francia y Argentina me hicieron olvidar por un buen rato del mundial. Definitivamente, hablar de Guermantes en lugar de Germania me hizo sentir el tiempo recobrado.




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