sábado, 20 de septiembre de 2014

Duffy


Un miércoles que empieza a las 7 y termina a las 23 tiene pinta de ser un día de…miércoles. Mucho trabajo, de un lado al otro, discusiones, el teléfono que no para de sonar, el celular tampoco, los mails. Preocupaciones, más trabajo, más discusiones, un problema que parecía terminado resulta que no, que sigue ahí cuando estaba seguro que ya era historia.
Una cena con amigos empieza a cambiar la mano y lo estrellado se vuelve un poco estrella. En el taxi de vuelta a casa, Duffy canta una canción triste. Sólo pienso en llegar, tomarme algo como veo en las películas norteamericanas -la famosa copa- y dormir, que mañana será igual.
Me fijo qué hay. En la heladera solamente tengo agua mineral sabor pomelo rosado. Una auténtica mierda, Bogart no se tomaría una copa de agua mineral sabor pomelo rosado antes de dormir. Pero para whisky (lo otro que tengo) tampoco da. Se me parte la cabeza y si me imagino tomándome un whisky no veo a Bogart sino a una especie de veterano que extraña los setenta, sólo me falta la robe de chambre y poner a Django mientras revuelvo el vaso ancho con un dedo y el hielo hace ruidito.
Duffy es cool pero mi miércoles no, me tomaría una aspirina. Pero no tengo.
Lo que me gustaría es un Martini. ¡Eso! Revuelto, batido o como sea. Un Martini. No hay.


¡Qué rico está el pomelo! Aunque demasiado rosada el agua, para mí que le metieron químico seguro.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Dos cartas urgentes para el Reparador de Sueños


Primera carta (2.010) 

Estimado Sr. Reparador

Me imagino que Ud. debe ser un señor con mucho trabajo. Aun más que Santa Claus, porque el Sr. del Jo Jo Jo trabaja unas pocas semanas y de enero a noviembre me parece verlo panza arriba en una playa del Caribe, con una chica de cada lado (o dos muchachos, por qué no, Santa Claus también tiene derecho) En cambio Ud. debe trocar lo sucio en oro todos los días del año. Supongo también que debe ser Ud. un hombre que recibe mucha correspondencia solicitando sus servicios, quejándose por sueños que han sido mal reparados o porque no pasó por la casa de alguien que lo estuvo esperando.

Yo no me quejo. He tenido sueños hermosos y muchos se cumplieron. Y Ud. pasó más de una vez por mi casa, reparando, corrigiendo, administrando mis sueños. Y he sido un soñador feliz: todo lo he soñado, mucho se cumplió. Pero hoy me encuentro con que si Ud. pasara por casa, no tendría ningún sueño para acercarle hasta mi puerta para que me lo repare. ¿Será que envejecer no consiste tanto en perder el cabello o la vista sino en que uno ya no sueña? Porque eso es lo que justamente me sucede. Ya no sueño nada. Y mire que yo he soñado mucho, Don Reparador. He soñado intensamente las cosas que deseé. Incluso he soñado cosas que no deseaba tanto, de puro curioso. Me soñé Alejandro, me soñé jugador de fútbol. He tenido cosas que ni siquiera me atreví a soñar, pues siendo tan frágiles temía que se rompieran de sólo desearlas. Y así fue que soñé en voz baja que era artista. Que era feliz, rodeado de los míos. Pero, o yo no soñé con suficiente fuerza, o Ud. debe haber estado muy ocupado reparando sueños ajenos, de esos con automóviles y rubias despampanantes. Porque no pasó más por casa. Lo entiendo perfectamente, los sueños materiales son muy difíciles de reparar porque, casi casi, no son sueños sino ambiciones. Y le deben ocupar mucho tiempo.

El asunto es que –le decía- muchos de mis sueños se hicieron realidad pero, como agua entre las manos, se me escurrieron antes de que Ud. viniera otra vez a repararlos.
Pero si no me equivoco, todos tenemos una cantidad de sueños preasignada por quien a Ud. lo emplea. O al menos eso me gusta pensar. Y aquí llegamos al punto central de esta carta. Lo que quiero saber, Señor Reparador, es si los sueños que me quedan disponibles y sé que no soñaré puedo traspasárselos a una personita feliz que es muy de mi consideración y estima. Porque, ¿sabe qué pasa Don Reparador? Son tiempos muy difíciles, y quisiera que esté bien pertrechada de sueños. Al fin de cuentas, son tan alimenticios como el pan y como el agua. Y Ud. sabe mejor que nadie que no se puede vivir sin ellos.

Esperando su respuesta favorable, me despido con un saludo cordial, deseándole que se le cumplan todos, pero todos, sus sueños.

---------------------------------------------------------------------------
Segunda Carta (2.014)

Estimado Sr. Reparador


Esta segunda carta es puro agradecimiento, no sólo porque cumplió su palabra con cierta Personita  que es muy de mi consideración y estima. Me atrevo a asegurarle que es feliz y soñadora, y no por causa de los sueños que le traspasé, sino por los de ella misma. Y aunque se vaya haciendo mayor (ya tiene doce años) le advierto que para mí siempre será mi niña. Además Ud. me sorprendió, porque todos esos sueños míos que hace un tiempo creía perdidos para siempre resulta que no, que estaban allí debajo, o arriba, vaya uno a saber, esperando que posara mis ojos en ellos y... ¡ahora vuelvo a soñar de todo! 

Muy agradecido me despido con un saludo cordial, deseándole que se le cumplan todos, pero todos, sus sueños.

jueves, 4 de septiembre de 2014


Llega un día en que  uno encuentra  lo que buscaba y lo toma. En momentos de oscuridad parece imposible, y visto desde afuera suena posesivo, pero cuando ocurre uno se olvida de cualquier observación ajena, simplemente da un paso al frente y toma lo que estaba buscando.
Puede ser un amor, puede ser un lugar, puede ser una vocación, puede ser todo eso a la vez. Uno va y  toma lo que estaba buscando  como si fuera un arma, o se aferra como a un salvavidas pretendido por muchos pero que sólo puede ser para uno, con una  convicción que cinco minutos antes no se tenía. Ese es el momento, no se puede fallar, ni siquiera titubear, aunque haya que pelear con otros o por otros, aunque todo pueda estallar en mil pedazos. Es nuestro destino el que está en el aire como una moneda que anhela ser cara, no cruz. Pero al destino hay que ayudarlo a caer cara.

Lo que querés está frente a tus ojos, la moneda está volando ¿Qué esperás?
Bitacoras.com